La importancia de mirar mejor: herramientas para detectar estereotipos enraizados
Vivimos en una sociedad machista. Eso no es noticia. Las mujeres ganan menos que los hombres por el mismo trabajo. Las mujeres dedican muchas más horas a labores de cuidado de la familia. Situaciones que son tomadas como anécdotas y se convierten en noticia con suerte una vez al año. Y la realidad es que esos no son detalles menores sino el inicio de una ruta que termina en cifras que dan miedo, en miles de mujeres violadas y asesinadas.
Pero, ¿nos hemos preguntado por qué es así nuestra realidad? ¿De dónde nace tanta desigualdad? Y, sobre todo, ¿por qué es tan normal?
Probablemente hay muchas razones. Una innegable son los estereotipos de género que parecen tan inofensivos y están tan arraigados que ni los vemos. Son una parte absolutamente transversal en nuestro día a día, tanto así que nos hacen decir “así es, así funciona el mundo” cuando asumimos que es labor de la mujer quedarse en la casa cuidado a los hijos o “hay cosas más importantes de qué preocuparse” cuando alguien cuestiona que casi no hay mujeres en los directorios de empresas.
Es justamente en estos estereotipos invisibles donde se gesta una cultura de desigualdad que deviene violencia desde siempre.
La estadística parece sacada de una película de terror: 2 de cada 5 estudiantes consideran que las mujeres tienen la culpa de ser violadas por provocar a los hombres. O que 2 de cada 5 estudiantes consideren que se justifican los golpes de la pareja si la mujer ha sido infiel. O que 1 de cada 4 mujeres jóvenes esté de acuerdo con la violencia de género si ella no hace las tareas del hogar.
Hay consenso en el horror. Todos estamos de acuerdo con que es terrible que maten a mujeres en los buses, en sus casas, en la calle. Pero el punto de partida no es tan inofensivo como parece y nos concierne a todos y a todas.
A Primera Vista nace para hacer evidente aquello que no vemos: desde una canción indiscutiblemente machista que cantamos desde niños, o un cartel de asiento reservado que asume que un hombre no va con sus hijos en el micro, y si va, no deberíamos darle el asiento, hasta un chat de amigos lleno de chistes “de hombres”.
Con esta campaña buscamos develar los estereotipos invisibles que nos limitan tanto a hombres como a mujeres de vivir en plenitud. Pretende al fin y al cabo hacernos conscientes de nuestros propios sesgos con pequeños ejercicios para ver mejor. Porque solo a partir de ese reconocimiento de lo que somos y lo que podemos ser, el cambio se hace posible. Porque, finalmente, no se puede combatir lo que no se ve.
Claudia Blanco
Editora General MQT