Gabriela Tenicela es huancaína, tiene 31 años y desde el 2012 emprendió un ambicioso proyecto: hacer que niños y adolescentes, entre los tres y 14 años, lean y entiendan cada línea que tienen en frente. Lo suyo no es una revolución menor.
Para lograrlo, Gabriela, que es psicológa educativa, creó el programa A soñar aprendí leyendo, desarrollado por la Asociación para el Desarrollo y Educación, que consiste en la implementación de bibliotecas en zonas vulnerables de Lima y provincias. En seis años, Gabriela, ha creado tres bibliotecas, ha puesto a leer a más de mil niños, pero no le parece suficiente. Quiere más. Pronto abrirá dos nuevas bibliotecas y su impacto será mayor.
¿Cómo ha ido construyendo ese hermoso camino de poner al Perú a leer?
En el 2012 implementó su primera biblioteca en el caserío Palominos, en Tambo Grande, Piura. Había llegado hasta allá por un voluntariado. Pronto se puso a trabajar y entendió que muchos de los niños del lugar no leían. Entonces decidió motivarlos a hacerlo. Lo hizo posible por el apoyo de la red Fe y Alegría N° 48. Para que pudiera dedicarse al 100% a su proyecto, la directora del colegio, le brindó una casa y la apoyó con los talleres de motivación de lectura y comprensión lectora que inició con los niños del lugar.
Pronto los chicos comenzaron a asistir a estas clases y empezaron a coger lo libros. Se pusieron a leer. La aceptación fue tan buena que el proyecto se hizo sostenible. Entonces creó la primera biblioteca. Luego llegó la segunda, en esta misma zona del norte del Perú. Hasta allá llegan niños de todas las edades. La idea es que entiendan que en los libros hay mundos por explorar y se les quite esa idea de que son una tarea pesada que cumplir.
Como las buenas ideas se expanden, en el 2015, creó otra biblioteca en Pamplona Alta, en San Juan de Miraflores. En medio de chancherías, casas usadas como centros de reciclaje clandestino, con ausencia de servicios básicos y pequeños que juegan en medio del lodazal, Gabriela llevó libros, objetos que para los niños de este lugar eran un lujo inaccesible. Ahora a la biblioteca de A soñar aprendí leyendo de Pamplona llegan pequeños en busca de literatura infantil, juvenil, educativa de todo tipo. Y los resultados ya se ven. Los niños que son parte de estas bibliotecas han mejorado su rendimiento educativo en un 20%, sobre todo por su mejor comprensión lectora. Son pequeños avances, pero por algo se comienza.
Hace poco, por falta de apoyo, cerró una biblioteca en Pachacútec, Ventanilla. Sin embargo, no se amilanó y antes de terminar este año instalará dos más. Una de ellas estará en Tejedores, en Tambo Grande, Piura; y otra en Comas, Concepción, Junín, la región donde Gabriela nació. Que coloque la biblioteca en Concepción es –también- un homenaje a su abuelo, que la incentivó a la lectura con libros que hablaban de la naturaleza. Un homenaje a su hermano mayor, Hernán, quien le regaló sus primeros libros con hermosas dedicatorias que la llevaron al mundo de la lectura. Un tributo a su otro hermano, Carlos, quien la apoyó en este proyecto de hacer leer al Perú. Un homenaje a su padre, un periodista asesinado por Sendero Luminoso cuando ella tenía dos meses. Una contribución a su región, Junín, que tiene al 44% de su población en situación de pobreza, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
“Las bibliotecas han tenido un impacto positivo en unos 1000 niños y con las dos nuevas bibliotecas que abriremos serán más”, cuenta Gabriela en medio de la biblioteca que creó en Pamplona. Sabe que su tarea es titánica y anda pendiente en que alguna empresa privada se interese en su proyecto y decida invertir. De momento la editorial Santillana le donó cuatro mil libros. “Queremos expandirnos más y hacer que más niños se sensibilicen con la lectura. Sabemos que lo lograremos”, dice esta emprendedora social que espera vencer unas cifras de terror: La Evaluación Censal de Estudiantes del 2016 realizada por el Ministerio de Educación del Perú determinó que el 46% de los estudiantes del segundo grado de primaria entienden lo que leen. El 54% restante, unos 4 millones, no lo hacen. “Esto tiene que cambiar”, dice Gabriela Tenicela, con la convicción de las que saben que soñando se llega lejos…pero actuando, aún más.
Escribe: David Gavidia