Diez personas paradas, una al lado de la otra, interpretan a diferentes personajes. Uno es un hombre con mucho dinero, cuya familia destaca por sus extensos recursos económicos; otra, una mujer divorciada con dos hijos, que trabaja en una oficina pero siempre debe salir puntual para recoger a sus hijos de la guardería donde los deja; otro, un hombre que sufre de ceguera, con carrera técnica completa. Le siguen una niña sin acceso a educación, una persona trans, entre otros/as.
El ejercicio descrito lo llevamos a cabo en los talleres de Aequales con las empresas con las que trabajamos, el mismo que empieza cuando les hacemos preguntas a los/las participantes sobre cosas que su personaje puede o no hacer con base en sus características personales. Si no puede hacer determinada acción, da un paso atrás; caso contrario, da un paso adelante. Las preguntas varían: ¿puedes viajar a otro país?, ¿tienes acceso a agua potable?, ¿tu entorno reconoce tu identidad de género?, ¿puedes quedarte hasta tarde en la oficina? Este ejercicio, básicamente, permite ver algo que ignoramos en nuestra sociedad en el día a día: el privilegio.
Quizá una de las palabras que más pesa en las empresas al momento de contratar o ascender a alguien es la meritocracia. Hemos interiorizado tanto este término que consideramos que la meritocracia es justa en sí misma, ya que solo quedan los o las mejores.
El reto es el siguiente: ¿Qué ocurre cuando la meritocracia ignora los privilegios? La premisa detrás de este término es que todos/as arrancamos desde la misma línea de partida en la carrera y, por ende, tendremos la misma oportunidad de llegar a la meta. Es decir, que al final del día, dependerá de quién se haya desempeñado mejor en la carrera. El reto está en que la meritocracia ignora el concepto de la equidad, como también los diferentes privilegios.
Tradicionalmente los grupos privilegiados son los hombres, personas blancas, de clase alta, heterosexuales, sin ninguna discapacidad. La coincidencia es que, en este mundo de la ”meritocracia”, quienes lideran suelen tener muchas de estas características privilegiadas. Solo tratemos de imaginar a los líderes de las grandes empresas peruanas.
¿Qué valor trae notar esto? Permitir que nadie se quede atrás. Importante mensaje que promueve la ONU con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Desde el lado de las empresas, permite ver características que en ocasiones no estamos viendo. El objetivo es invitar a personas a la competencia, adaptarnos a sus necesidades (de espacio, de reconocimiento) y tener una línea de partida que permita que realmente todos y todas partamos del mismo lugar. Solo así, la meritocracia será realmente meritoria.
Andrea de la Piedra
Cofundadora y CEO de Aequales Perú