Su pasión por contar historias la llevó a estudiar periodismo y su curiosidad por el océano fue el disparador de un destino de constantes viajes y mucho aprendizaje. Denisse Sotomayor (31) ha transformado sus aficiones en herramientas de trabajo y sus grandes sueños en metas que va alcanzando paso a paso.
Fotógrafa de oficio y viajera por vocación, ha recorrido el Perú, ha pasado una larga temporada conociendo varios países del Asia y ha sido la única periodista peruana de su generación que ha vivido la fascinante experiencia de estar en la Antártida. Su visita a la Base Machu Picchu, la estación de investigación científica que tiene el Perú en el extremo sur del globo, aún le trae grandes satisfacciones y lindos recuerdos.
La carrera de Denisse en el mundo de las historias, empezó mucho antes de esa aventura. Tenía tan solo 18 años cuando aterrizó en la redacción del diario Trome y pasó de la sección política a la de policiales casi sin planearlo. Así, entre madrugadas y comisiones con altas dosis de adrenalina y de sangre. La joven reportera pasó casi tres años de su recién estrenada faceta. Pero esa primera experiencia periodística le pasaría factura pronto.
“En un momento me di cuenta de que me había desconectado mucho de mi, de lo que sentía. Yo veía 5 muertos diarios durante dos años. Imagínate esa cantidad. Sentí que había perdido la sensibilidad, que estaba como bloqueada y eso afectó incluso mis relaciones personales”, dice.
Entonces decidió tomar otros rumbos y renunció. Se convenció de que podía encontrar esa misma adrenalina contando buenas noticias. Ya han pasado 9 años desde su elección por la vida freelance y aunque en su momento le costó varios reproches familiares y no pocas épocas de incertidumbre propia, Denisse está convencida de que fue una de sus mejores decisiones. “Pude hacer los reportajes que yo quería, vinculando los temas que me interesaban desde hace tiempo que son la ciencia y el mar. Y aunque no son notas fáciles de colocar en los medios, el esfuerzo valía y vale totalmente a cambio de la satisfacción que da hacer lo que te gusta”, confiesa. Cada nueva nota publicada era un pequeño triunfo y así, también, surgió lo de la Antártida.
“Fue un poco azar el encontrar la oportunidad pero hubo mucha perseverancia para lograr que se concretara. Casi que me lo dieron para no verme más en el Ministerio de Relaciones Exteriores, porque era súper insistente”, cuenta entre risas. A sus 24 años y teniendo acceso a la información y educación privilegiada- no había escuchado hablar nunca antes de aquel lugar. Era un tesoro marino y periodístico que, ella decidió, sería suyo. Aunque tenía todo en contra: solo 24 años y era freelance, no se rindió. Su insistencia dio resultado.
Pasó tres meses en ese inhóspito lugar haciendo reportajes para varios medios, conexiones vía satélite para la televisión, fotografiando el extremo del mundo. “Como no podía ir sin pertenecer a algo, y yo había hecho unos meses antes un curso de corresponsal de guerra, fui con ellos como parte del destacamento militar. Estuve un mes antes que los demás. Llegué a arreglar la base con 19 militares, a la parte más dura. Fue una experiencia muy difícil estar en un espacio lleno de hombres. Yo solo quería que llegaran los científicos”, recuerda.
Estar allí fue para Denisse una experiencia enriquecedora desde todo punto de vista. “Ese viaje me enseño un montón de cosas porque la soledad que se vive allí es distinta. Hay momentos en que parece que la vida se detiene y tienes que fijarte solo en los pequeños detalles para confirmar que el tiempo realmente transcurre”. Es todo silencio, todo inmóvil, con la vista de un territorio que se podía recorrer completo en pocos minutos y un mar congelado.
Tras esa experiencia vinieron más viajes y más momentos que pusieron a prueba la solidez de su elección. En Asia, sufrió un accidente en moto, pasó varias semanas enferma, le robaron una cámara de fotos, perdió otra en el agua. Pero no cedió a la tentación de truncar el viaje. “ Estas experiencias te ayudan a conocerte mucho y aprendes tanto de ti, porque se acentúan mucho más tus defectos y también tus virtudes. Empiezas a negociar contigo misma y darte cuenta de que hay ciertas situaciones que se deben aprender a manejar. Una no es un superhéroe, Cuando emprendes proyectos que no son sencillos sientes miedo, claro, pero no permites que ese miedo te paralice. Esa es la clave. El miedo no debe ser más fuerte que tú”.
Ha sido voluntaria en un monasterio budista en la remota Myanmar, ha trabajado como guía submarina en resorts en Indonesia y Tailandia. Todo para continuar contando historias que transmitan un mensaje positivo e inspirador sobre la gente y el mundo. “Encontré que esto es lo que quiero hacer. Estoy orgullosa de lo que escribo, de lo que firmo. Y antes eso no me pasaba. No ha sido sencillo, en el camino han habido muchos “no”, muchas dificultades como que me roben la cámara y que pierda la otra en medio del agua”. Pero eso no la amilana sino más bien la motiva a seguir.
Salir de su zona de confort es algo que a Denisse siempre le ha dado buenos resultados. Y es tal vez por eso que aceptó sin dudar la propuesta del desafío Huascarán, un proyecto con un propósito social que seguirá a siete expedicionarios- cuatro de ellos inexpertos ( incluyendo a Denisse)- en su ruta hacia la cumbre de los 6700 msnm. Esto significa para Denisse cambiar los espacios submarinos que ya le son familiares por las altas cumbres del Callejón de Huaylas. Denisse se prepara con entusiasmo, imaginando cómo será ver al Perú desde tan alto. “Yo siempre he sido de las personas que se lanzan. Cuando quieres algo, tienes que ir a buscarlo. Hay que hacerse cargo de los sueños”. Y tiene mucha razón.
Claudia Blanco
Periodista. Editora de MQT.