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Mujeres Que Transforman es una plataforma que busca visibilizar los emprendimientos que realizan las mujeres en el Perú, así como las problemáticas y desafíos al que se enfrentan día tras día.

Ni sensuales ni lindas, simplemente rockeras

Si usted googlea la palabra “rockera”, en la primera página de búsqueda aparecerán alrededor de 3 notas que aluden a sus cuerpos. “Ellas son las rockeras más lindas del mundo”, “diez rockeras sensuales que brillaron en la década de los 80” y “Las 10 rockeras y metaleras que están más buenas del mundo”. Si en su lugar googlea “rockero”, encontrará artículos como “Los 10 mejores rockeros de la historia” y solo uno que hace alusión a su belleza.

Por años se ha señalado al reguetón como el único género que alberga al machismo. La guitarrista Natalia Vajda puede desmentir esa hipótesis. Ella formó su banda de rock con tres amigas cuando corría el 2005. La bautizaron con el irreverente nombre de ‘Electro Boobies’. El grupo subía algunos videos de sus presentaciones a Youtube. Al revisar los comentarios, leían frases que nunca expresarían sobre un rockero: “No tocas bien, pero qué rica estás”.

Una de sus compañeras, la baterista Fiorella Uceda, añade: “Es un público hostil, que se acerca a la primera fila a esperar el primer error”. La bajista que compartió escena con ellas, Estefania Aliaga, cuenta por ejemplo que una vez iba a tocar el bajo y cantar los coros en un concierto, un técnico se acercó a ella, señaló el micrófono con su mano y le dijo mirándola a los ojos: “Vas a cantar por aquí”. “Un poco más y me dice que el sonido salía por los parlantes”.

Las tres rockeras, junto a Gisella Giurfa, evocan estos recuerdos sin ningún atisbo de enojo ni resentimiento. Lo hacen con la seguridad de que esto cambiará pronto. Su certeza se sostiene en el proyecto que impulsan: Warmi Rock Camp, un campamento musical para niñas y adolescentes. En seis días, las participantes eligen un instrumento, diseñan el logo de su banda, la bautizan, componen sus propias canciones y las presentan durante un concierto de cierre.

“No se aspira a que las chicas se conviertan en unas súper destroyers. Todo está orientado a que ellas tengan canales para expresarse y para crear. Para que puedan devolverse una mirada de empoderamiento”, aclara Estefania. A ella no le asusta que las tilden de feministas por  iniciar este proyecto. “Al contrario, nos encanta. El feminismo es algo positivo, pero sí somos conscientes de que este tema se tiene que manejar con cuidado porque no todo el mundo entiende el feminismo en el mismo sentido”.

El proyecto musical nació luego de que Natalia acudió al Girls Rock Camp Alliance, un campamento de rock para mujeres en Nueva York. Fue ella quien convenció a Estefania, Fiorella y Gisella para fundar el primer Warmi Rock Camp en el 2015. Aunque “convencer” no es el verbo más adecuado, porque cuando se los comentó, ellas, muy emocionadas, accedieron inmediatamente. Desde entonces, el campamento se desarrolla anualmente.

El último fue en febrero. Durante cinco días, las 25 niñas y adolescentes de entre 8 y 17 años acudieron al colegio Juana Alarco de Dammert en Surco. Desde las 9 hasta las 5 de la tarde, compartieron clases y talleres que les enseñaron a equivocarse, a sentirse seguras de sí mismas, a no dejarse amilanar por los comentarios machistas, a que cada instrumento es una extensión de sus cuerpos y que el sonido potente de una guitarra eléctrica sale de ellas mismas.

Quienes también ayudaron a que este proceso se mantenga fueron las voluntarias, rockeras más jóvenes que a sus cortas edades ya saben lo que significa ser música en el Perú. Paula Lizama (18) es voluntaria y miembro de la banda ‘El Luzma y el Presidente’. Es chilena, pero desde los 15 está en Perú. Una vez, cuando acompañaba a la orquesta de su madre y su hermana, un chico la empezó a grabar debajo de la falda. Por eso es que uno de los consejos que brinda a las participantes es que su género no les impida hacer nada. “Ellas pueden hacer cualquier cosa que quieran hacer”.

Ángiela Carranza, otra voluntaria de 29 años y miembro del grupo Las Tetris, asiente mientras la escucha. Ella hace música desde los 15 años. Tanto en bandas de rock como de cumbia. “Nos ha pasado que cuando hemos tenido contratos, los mismos contratistas querían pagar a las chicas por sexo”, detalla.

La realidad musical es así de dura, pero proyectos autosostenibles como el Warmi Rock Camp son precisamente los que empoderan a las mujeres para saber enfrentarla. Natalia, Estefania, Fiorella y Gisella tuvieron la suerte de contar con el respaldo de sus padres cuando eligieron este sendero. Sin embargo, ellas apuntan a que cualquier niña o adolescente pueda transitar este camino sin titubeos. Esa es la meta y lo van logrando.

 


Andy Livise
Periodista. Escribe en utero.pe