Shaleyla y Paloma tienen una vocación y un objetivo común. Ambas terminaron biología en la Universidad Nacional Agraria y decidieron poner al mar como foco de estudio, como espacio de disfrute. Han sabido convertir su amor por la naturaleza en objetivos concretos para preservarla. Una busca en el mar recolectar datos e investigar para poder protegerlo. La otra desarrolla técnicas y tácticas de navegación aprovechando que el océano y los vientos nunca son iguales.
Shaleyla Kelez, fundadora de la ONG EcOceánica, es doctora en biología marina y conservación. Ha trabajado con pingüinos, lobos de mar y otras especies pero se especializó en investigación y preservación de tortugas marinas y del pez más grande del océano: el tiburón ballena.
Amante desde siempre del mundo animal, la bióloga recuerda que el momento en el que se enamoró de la vida marina fue al ver una tortuga hembra adulta construir su nido: “Usaba sus aletas traseras, que parecen instrumentos muy poco precisos, para construir su nido y le salía a la perfección. Hizo unos canales y bóvedas para poner los huevos tan perfectamente y sin mirar, que me atrapó”. Desde entonces enfoca sus esfuerzos sobre todo en el norte del Perú: Los Órganos, El Ñuro, en Piura, donde lidera un grupo de investigación y protección mayoritariamente femenino.
A Paloma Schmidt, velerista profesional, y varias veces representante del Perú en juegos olímpicos, mundiales, panamericanos, sudamericanos y otras competencias internacionales, la navegación le ha regalado lo que ella describe como uno de los mejores momentos de su vida: en un podio y vistiendo los colores de su país, el agradecimiento al mar toma un sentido doblemente significativo.
Paloma, que empezó a navegar desde los 9 años, sintió desde el inicio una conexión especial con la inmensidad y la soledad de ofrece el océano: “Estar sola en un bote en el medio del mar te hace sentir una libertad que te engancha. Yo le digo al mar la ventana a la nada, porque no hay barreras”.
Estas dos mujeres se enfrentan a corrientes adversas, grandes olas y fuertes vientos para lograr sus objetivos. Como científica o deportista en el Perú abrirse paso es un gran reto constante, pero ambas coinciden que el campo femenino está ampliándose y recibiendo más atención en ambas especialidades. Ambas han aprendido y aprehendido lo que el mar tiene para ofrecer.
“Hay que tener mucha paciencia para encontrar vida y hacerle seguimiento. Se trabaja varios años para lograr resultados con sustento. Es interesante porque hay mucho por descubrir. El año pasado hemos encontrado 2 individuos de un tiburón que no habían sido reportado antes en el Perú”, cuenta Shaleyla.
Para Paloma la mayor lección que le ha dejado el mar es el respeto. “Puedes pasar de 28 hermosos grados a una tormenta. La meteorología es muy cambiante, existen corrientes que no te dejan llegar a la orilla. No le tengo miedo pero sí le tengo mucho respeto. Aunque también es muy divertido. Me encanta cuando vas de popa, con viento a favor y surfeas la ola a toda velocidad”.
En estos momentos Shaleyla está presentando la legislación para la protección del tiburón ballena en el Perú y trabajando en la declaración de la reserva del Mar de Grau. Además de hacer estudios e investigaciones con tiburones, rayas, móbulas y tortugas marinas. “La educación y concientización con las comunidades del norte de Perú es parte de nuestros resultados. Después de nuestros estudios los tiburones ballena están aumentando, se ven muchísimo más y creemos que es porque los pescadores no los están matando, antes les tenían miedo.”
Por su parte, Paloma se prepara para navegar 10 días en Paracas, antes de partir a Alemania a una competencia que le servirá de entrenamiento para el mundial de Japón y los Juegos Panamericanos de Lima, donde espera obtener la clasificación para los Juegos Olímpicos Tokio 2020. “Tengo 20 años navegando en el mar y me da mucha lastima ver que cada vez hay más basura. En Paracas, todos los días recojo plástico en medio del agua y eso que es una reserva natural. Hay que respetar el océano y cuidarlo, es nuestra casa.” Así sea.
Texto y foto portada: Denisse Sotomayor- Colaboradora MQT