El informe “El Poder de Decidir: Derechos Reproductivos y Transición Demográfica”, realizado en octubre del 2018 por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), indica que las tasas de fecundidad han disminuido en casi todo el mundo durante los últimos 150 años, especialmente desde la década de 1960. Dos siglos atrás, eran comunes las familias con 5 hijos y más. Hoy, las tasas de fecundidad de la mayoría de los países con poblaciones superiores a 1 millón de habitantes son iguales o inferiores a 2.5.
El documento de UNFPA también sostiene que en la medida en que las personas puedan decidir, con libertad e información necesaria, si desean tener hijos o no, y cuántos tener repercute en los niveles de fecundidad. Cuando ello es posible, las personas suelen elegir familias más pequeñas.
Además, existen 885 millones de mujeres que no desean tener un embarazo en los países en desarrollo. Una cuarta parte de ellas (214 millones) no tiene acceso a métodos anticonceptivos. En el Perú, alrededor de la mitad de las mujeres unidas utiliza actualmente algún método anticonceptivo moderno (54.5%), proporción muy por debajo del promedio regional (70%) y que se encuentra estancada desde hace más de 20 años, indica el organismo.
Las altas tasas de fecundidad dificultan la tarea de los países de garantizar el acceso a los servicios de salud y educación de calidad, y ofrecer suficientes oportunidades para que todas las personas jóvenes puedan desarrollarse y encontrar vías para salir de la pobreza. A medida que el número de jóvenes en edad de trabajar aumenta, estos se enfrentan con una economía que no es lo suficientemente sólida para generar empleos para todos.
Entonces, ¿Cómo reducir la brecha entre expectativa y realidad en relación a la fecundidad? En el informe, las medidas prioritarias recomendadas, incluyen asegurar el acceso universal a servicios de salud reproductiva de calidad, incluidos anticonceptivos modernos; un entorno jurídico que fomente y refuerce los derechos humanos y erradique el matrimonio infantil y la discriminación contra la mujer; una educación de calidad para las niñas, niños y adolescentes; y campañas que promuevan que los hombres apoyen los derechos y aspiraciones de las mujeres y niñas.
“La verdadera medida del progreso son las personas, especialmente el bienestar de las mujeres y las niñas, el disfrute de sus derechos y la posibilidad de tomar decisiones libres en la vida”, menciona el documento respecto a otro de los factores a tomar en consideración.
Al respecto, el economista Alan Sánchez, investigador principal en el Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE), considera que es necesario que haya un componente de salud sexual reproductiva dentro de la currícula escolar.
“Aunque incorporar la educación sexual no tiene un costo tan alto, depende de cómo se acondicione al contexto, pues las necesidades de cada región son distintas”, agrega Sánchez. Pucallpa por ejemplo, es la zona que mayor porcentaje de embarazo en adolescentes presenta y se debe atender con urgencia. Por otro lado, en el área rural, el embarazo en adolescentes tiende al aumento del 19% al 23% en la última década, según el informe de la ENDES 2017.
Existen múltiples barreras que explican este fenómeno e impiden el derecho de las personas a planificar sus familias, como son factores institucionales, económicos, geográficos y sociales.
El Estado, por ejemplo, desde la escuela, tiene la responsabilidad del desarrollo económico del país y de la implementación de medidas de corresponsabilidad en hombres y mujeres sobre el cuidado de la familia y el hogar, dice María José Gómez, directora de la fundación Forge Perú, dedicada a facilitar el acceso laboral de calidad a jóvenes de escasos recursos económicos en América Latina.
Al respecto, el informe “El Poder de Decidir: Derechos reproductivos y Transición Demográfica” se pregunta:“¿Tienen las personas, hombres y mujeres de todos los lugares, de todos los niveles de ingreso, el número de hijos que desean tener?” Si la respuesta a esta pregunta es negativa, concluye, los derechos reproductivos no se están respetando y los compromisos con la universalidad continúan sin cumplirse.
Esto constituye un asunto de máxima importancia, sobre todo, considerando que este año se conmemora el 25º aniversario de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD, El Cairo 1994), un suceso que marcó un hito para las políticas públicas de población y desarrollo a nivel global. Su programa de Acción, adoptado por 179 países, reconoció que la salud reproductiva, el empoderamiento de la mujer y la igualdad de género, son la ruta hacia el desarrollo sostenible.
Es momento de hacer más visible esta realidad para que la situación cambie.
Escribe: Joselyn Leyva
Fotos: EME