Desde sus inicios en el mundo financiero, Violeta Orozco se ha enfrentado a un sinfín de situaciones adversas que no han hecho más que fortalecer su confianza y ganas de seguir cambiando las vidas de quienes la rodean.
Eran más de las siete de la noche cuando fuimos por primera vez a las oficinas de Konecta, empresa que lidera hace más de ocho años. Ahí estaba ella, sentada delante de nosotros hablándonos de sus proyectos sociales con las mismas energías con las que se levantó ese mismo día… a las cinco de la mañana.
Conversamos de todo. Desde los constantes cambios que tuvo que vivir cuando era niña, del machismo que tuvo que enfrentar mientras escalaba rápidamente en las corporaciones donde trabajaba, hasta la decisión de separarse de su ex pareja. Las palabras de Violeta no solo defienden la independencia de la mujer, sino también valoran la importancia de ser consecuentes con nuestras decisiones.
Salí de aquel encuentro con una sensación extraña en el cuerpo. Tenía unas ganas increíbles de “hacer” más de lo que estaba acostumbrado. Pero no soy el único. El trabajo de Violeta trasciende las paredes de Konecta y se proyecta a los hogares de las personas que colaboran con ella en todas las líneas de trabajo en la empresa. Un minucioso labor que forma parte de su vida y que hasta la última hora del día sigue siendo su prioridad.
Violeta Orozco es el fin de un trayecto que comenzó hace más de medio año cuando se inició este encargo dirigir esta serie de minidocumentales. Acompañar a cada una de nuestras protagonistas ha sido enriquecedor y agradable. Gracias a ellas y, en esta ocasión particular a Violeta, hemos aprendido a valorar el tiempo que le dedicamos al trabajo , integrándolo con el crecimiento personal y convirtiendo cada experiencia en un aprendizaje que podemos compartir con nuestras propias familias.
