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Mujeres Que Transforman es una plataforma que busca visibilizar los emprendimientos que realizan las mujeres en el Perú, así como las problemáticas y desafíos al que se enfrentan día tras día.

Marianela Vega: “ La sociedad no está cumpliendo con el compromiso que se necesita para lograr la equidad”

Marianela Vega es directora de cine. Forma parte de ese grupo de mujeres de su generación que era minoría en la facultad de Comunicación Audiovisual de la PUCP y que migró al extranjero para abrirse un espacio y hacer realidad sus proyectos. Ahora, con 40 años recién cumplidos, está de regreso en Lima con la experiencia y la convicción de que hay mucho por hacer.

Desde hace cuatro años es parte del proyecto del Taller de Cine, impulsado por el Ministerio de Cultura y la PUCP en convenio con el Poder Judicial, para los jóvenes del Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Lima, conocido como “Maranguita”. A eso se le suma el desarrollo de un largometraje de no ficción, ahora en progreso, gracias a un fondo que acaba de recibir del Ministerio de Cultura.

¿Cómo fue tu experiencia como estudiante de cine en un espacio como el peruano?

Cuando empecé, éramos menos mujeres en audiovisuales. En mi promoción, éramos apenas cuatro. Solo yo quería dirigir. Las que estaban, por costumbre, terminaban en producción. Yo en ese tiempo decidí, conscientemente,  no hacerlo por miedo a quedar encasillada.

Cuando tenía alguna idea para dirigir, solía sentirme como un pez raro. En ese momento, no lo asociaba a mi género. Creo que no me daba cuenta. A veces tenía inseguridad para hablar de mis ideas, por ser diferentes, pero solía asociarlo a mi propia a mirada, no a mi género. Para mí fue importante cuando realicé mi primer corto y tuvo atención positiva de críticos como Ricardo Bedoya o Emilio Bustamante. Fue una especie de validación.

Por otro lado, estudiar la maestría fue muy importante. Aquí no había ese tipo de oportunidades. La especialización ayuda a encontrar una voz propia, a explorarla y seguir ese camino. Recuerdo que cuando regresé, coincidentemente, varias directoras también lo hacían, luego de haberse formado afuera. Algunas de ellas eran Melina León, Rosario García Montero, Gabriela Yepes, Claudia Llosa, entre otras.

¿Qué tan difícil ha sido desarrollar y mantener la decisión de ser directora de cine?

He tenido el constante cuestionamiento de “¿A dónde voy a llegar?”. Cuando crecemos, empezamos a tener otras necesidades económicas en la vida. Me di cuenta que siendo directora independiente no podría sustentar lo que necesitaría para vivir. No obstante, a mí me gusta mucho dirigir, por lo que estoy segura de que quiero seguir haciéndolo. El problema es buscar que sea rentable. Por eso, trabajo como docente, o, eventualmente, como productora en proyectos.

¿Sientes, de alguna manera, que las nuevas generaciones de mujeres tienen mayores oportunidades o por lo menos menos dificultades para hacer cine?

Ojalá… Algo que ayuda es el reconocimiento, aquí y afuera; el poder salir constantemente, ya sea a laboratorios, a festivales, a foros; el mirar a otros países. El cine requiere mucha energía y, a veces, este tipo de experiencias reafirman que, efectivamente, el camino es difícil, pero hay ciertas recompensas que abren nuevas oportunidades.

En el caso de las directoras de cine independiente, cada una se ha ido haciendo el camino. En publicidad, al menos yo, no conozco que contraten directoras, tal vez una o dos, y menos, si son directoras de foto. Las mujeres estamos  haciendo cine porque nosotras mismas nos abrimos el camino. La sociedad no está cumpliendo con el trabajo de equidad. No contrata miradas femeninas, que son muy importantes. Eso explicaría por qué hay menos directoras de foto. A ellas las tienen que contratar. No es que puedan inventarse sus proyectos. Espero que las nuevas generaciones no tengan que pasar por esos obstáculos, ya que el cine independiente tiene, de por sí, sus propios obstáculos en todo el mundo.

¿Qué te motivó a participar en el proyecto de cine con jóvenes en rehabilitación penitenciaria?

Llevo cuatro años en el proyecto y la experiencia me encanta, porque el trabajo ahí es abundante. Los chicos necesitan expresarse, así como contar con herramientas para hacerlo. Nosotros les enseñamos en el taller que sus emociones y su vida son una materia prima importante para crear. En bonito ver los cambios que suelen haber desde los primeros días, donde sus referentes suelen ser películas de acción porque es lo que tienen a la mano. Luego se comparte otro tipo de cine. Al hacerlo, poco a poco, salen sus propias experiencias, a través de la poesía, del dibujo o de la narración, para que luego se transformen en obras audiovisuales.

En el taller, también nos concentramos en mostrarles películas dirigidas por mujeres o con protagonistas y figuras de mujeres que escapen del estereotipo. Algunas veces, invitamos a profesionales que vayan a compartir sus experiencias. Por ejemplo a Carmen Rosa Vargas, que es directora de foto, o a Fabiola Sialer, que se dedica a la edición. Siempre se trata de comparar diferentes miradas y voces.

¿De qué trata tu nuevo proyecto de largometraje?

Es no ficción. Es una especie de híbrido autobiográfico que vincula a la figura de mi padre con la experiencia familiar que vivimos con Paulo, un niño del puericultorio Pérez Araníbar. Es una historia, que parte desde mi familia, relacionada con el abandono emocional y el desarraigo de quienes migraron a Lima. Consecuencia de ello es que ahora, como cineasta, puedo ver esa historia hacia atrás. El proyecto se llama “Paulo” y el hilo conductor es la búsqueda de ese niño. Más que una búsqueda hacia afuera, es una búsqueda interna, ya que Paulo es una figura simbólica que representa a los que vivimos en desarraigo. Debido a que gané el concurso nacional de desarrollo de proyectos de largometraje de DAFO (Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios, instancia del Ministerio de Cultura), podré dedicarme a desarrollar  ese proyecto y hacerlo realidad.

Entrevista y foto: Nicole Hurtado