“La familia de mi mamá es de la costa de Ancash. A veces digo “pucha porque no nací en comunidades tan ricas en historia y tradición textil”, pero también tengo mi historia y mi tradición. Nací en Nueva Esperanza, en Villa María del Triunfo, ahí donde queda el famoso cementerio al que van los antropólogos que andan más interesados en los muertos que en los vivos.”
Naty Muñoz es una reconocida diseñadora de modas que desde hace varios años optó por dedicar sus mayores esfuerzos y su enorme creatividad a trabajar con mujeres artesanas de todo el país, en especial de la sierra. Viajera incansable, amante del baile, madre de un hijo que acaba de ingresar a la universidad, ha trabajado con más de 5000 artesanos en todo el Perú y vive con pasión e intensidad su apuesta por dar valor a la milenaria tradición textilera de nuestro país.
¿En qué consiste tu trabajo?
Desarrollar diseños desde nuestra tradición textil. Me parece importante hacerlo teniendo una herencia tan rica y tan poderosa. Se habla tanto del artesano peruano pero no se le da el lugar que se merece.
¿Y cómo nació tu vocación?
Desde siempre, desde antes de estudiar diseño porque tenía una mamá enamorada de los textiles peruanos. Siempre digo que su admiración se convirtió en mi admiración, un maravilloso legado.
¿Cómo definirías esa tradición textil?
Somos un país con un impacto textilero pre inca e inca. Con lo hispano las cosas cambiaron bastante pero la herencia prehispánica está muy presente.
¿Pero mucho se ha perdido?
Yo conozco a mujeres que han estado trabajando muchos años antes que yo en las comunidades y me dicen que se ha perdido mucho , y me imagino como era hace cuarenta años y aunque seguramente hay algunas irrecuperables, yo siento que aún está vivo.
¿Y entonces haces una tarea de rescate de la tradición?
Rescatar es demasiado pretencioso. Yo soy diseñadora y encuentro fascinante la estética de las técnicas, de los símbolos y de la iconografía pero también me parece alucinante como los hombres, y sobre todo las mujeres, han mantenido vivas estas técnicas a pesar de todo lo que ha pasado en este territorio desde la invasión española: conflictos internos, discriminación entre peruanos.
Lo otro es que aún hay campos como la Amazonía que recién estamos descubriendo. Me parece alucinante que esto se haya podido transmitir de generación en generación sin ser un conocimiento académico.
¿Cómo definirías al textil?
Para mí el textil es una forma de mirar la vida y de entenderla, y de conectarme con quien soy yo, con quienes somos nosotros, con quienes somos nosotras. Es mi medio de vida pero creo que es la posibilidad de ayudar a otras mujeres a que también sea un medio de vida como lo es para mí.
¿Lo has logrado? ¿Porque tú no eres parte de las comunidades donde trabajas?
Siempre me lo pregunto. Porque es un encuentro, rápidamente aprendí que no se trataba de mí, sino de nosotras. Se trataba de las que éramos parte de todo esto. Ahora me lo cuestiono más que antes: ¿hasta qué punto el innovar no está agrediendo?. Entonces yo manejo personalmente ciertos procesos con los que intento ser respetuosa. Las tradiciones de las comunidades es importante mantenerlas vivas y es por eso que tengo ciertos límites sobre hasta dónde puedo llegar, hasta donde puedo generar un cambio estético o no.
¿Nunca te has chocado con gente que te dice que estás atentando contra la tradición?
Pocas veces. Y si me he chocado y me ha chocado (risas), pero las señoras artesanas nunca me han dicho que estoy haciendo algo malo con sus tradiciones. Más bien lo que me han dicho es quieren aprender cosas diferentes. Si me hablan desde un punto de vista comercial yo les voy a decir que no porque si quieren hacer lo que se hace en Lima nadie va a venir acá. Entonces yo les digo que trabajen lo que es propio de su tradición de sucultura, de su territorio. Es poner en valor quienes son ellas.
Trabajando con mujeres andinas y amazónicas
Has trabajado mucho con la mujer andina. ¿Cómo la definirías?
Siempre digo que la mujer andina tiene esta cosa de dulce y sumisa pero corajuda también.
¿Esa sumisión de la que hablas, es en relación a quién?
¡A los hombres pues! ¡Al marido! Ellas sienten que ahí es su rol y no pueden salir de eso, que eso es lo que les toca. No te lo dicen, pero se siente como hablan, como actúan y como viven.
También has trabajado en la Amazonía
En la Amazonía se me ha hecho más difícil porque aparte de las artesanas hay otros entes alrededor que están disponiendo como deberían ser las cosas, y a mi me duele lo fuerte que es el paternalismo y el asistencialismo. Y esto genera problemas porque la mujer amazónica si bien es alegre, es muy sensible.
¿Cómo es una jornada tuya cuando viajas a la sierra?
Siempre me choca la altura, pero ¡yo insisto! ¡Yo insisto! ¡Yo insisto! Un problema que tengo es que mi trabajo depende de los proyectos con los que trabajo, y lamentablemente a veces no entienden bien que se debe crear un ambiente para estas actividades, una sensibilización previa, una organización.
Las cosas funcionan un poco así: yo llego y me presentó , le propongo las ideas que tengo pero dejo en claro que sé que son ellas las capas en estas cosas y las que van a hacer todo realidad”.
Atravesando fronteras
Hace poco estuviste en un evento en México intercambio experiencia con maestros de ese país. ¿Cómo fue tu experiencia?
Ahora que he llegado a México por primera vez veo que ellos están en otro discurso. Lo de ellos va más por una lucha de visibilidades de sus comunidades y pueblos. De hecho que hay una discusión sobre arte y artesanía. ¡Ellos exigen ser artesanos, acá lo que queremos es que nos reconozcan como artistas!
Volvemos al tema de la identidad…
Exacto. Ahí me di cuenta de que yo estoy mucho más interesada en conocer todo lo que tenemos aquí, en enriquecerme y empaparme de nuestro textil tradicional y me pregunto si me alcanzara la vida para llegar a todos los rinconcitos de los que nadie habla.
¿Qué proyectos tienes para adelante?
Tengo los proyectos de hacer conversatorios por todo el Perú sobre “memoria tradición y moda: conversando sobre moda e identidad”. Quiero hacer uno en Arequipa, otro en Lima sobre Huancavelica, después en Lambayeque, en Puno, en Pucallpa. La idea es darles nombres y apellidos a los artesanos que siguen siendo mano de obra barata a pesar de que sin ellos no podrían ser posibles muchas de las cosas que se hacen en la actualidad en textiles. Ellos tienen rostros, vidas y mucho arte en sus manos y mucha sabiduría.
Con el tiempo he sido consciente de está tradición tan llena de memoria y que las prendas nos hablan de una identidad que es personal y es colectiva, de quien soy yo y de quienes somos nosotros.
Escribe: Javier Torres