Jacinda Arden, primera ministra de Nueva Zelanda, acaparó los titulares de medios de todo el mundo el pasado martes 28 de setiembre, cuando asistió a la Asamblea General de la ONU con Neve, su pequeña hija de tres meses. La imagen, aunque singular y emocionante, escondía un detalle: se trataba de la primera vez en la historia que una lideresa mundial llevaba a su bebé al hemiciclo de la ONU, creado hace 73 años en Nueva York.
Arden, de 38 años, no estaba sola. La acompañaba su pareja y padre de Neve, el periodista Clarke Gayford, quien cuidaba de su hija durante cada una de las intervenciones oficiales de la lideresa. Así, en cuestión de minutos, la pareja retrató, desde uno de los recintos que convoca periódicamente a las personas más poderosas del mundo, cómo la distribución equitativa de las responsabilidades familiares puede propiciar una conciliación exitosa entre la vida laboral y la vida personal.
Este equilibrio sobre todo beneficia directamente a las mujeres, quienes históricamente han cargado con un mayor volumen de tareas relacionadas al cuidado del hogar y de la familia. En un reciente artículo para The New York Times, la periodista experta en género Claire Cain Miller apuntaba que la desigualdad de género empieza con las tareas de la casa. Además, citaba los resultados de una investigación del Maryland Population Research Center, según la cual los chicos de entre 15 y 19 años invertían media hora diaria en el trabajo doméstico, en tanto que las chicas podían dedicar hasta 45 minutos.
Para los investigadores, uno de los principales motivos por los que las mujeres reciben una menor paga que sus pares hombres es precisamente la desigual distribución de responsabilidades del hogar, lo que provoca que se retrasen en sus carreras. Recientemente, BusyKid, una aplicación para monitorear las tareas domésticas, presentó data pertinente sobre el tema tras analizar el comportamiento de diez mil familias que usan la app: los niños recibían en promedio 13.80 dólares semanales como recompensa por cumplir con las tareas domésticas que se les asignaban. ¿Y las niñas? Casi la mitad, 6.71 dólares a la semana.
Cambiar el panorama requiere de acciones específicas que en ocasiones subestimamos por parecer poco impactantes, pero que en realidad abren paso a entender el camino a la equidad desde una edad temprana. Un niño que crece dedicando todo su tiempo libre a jugar al fútbol a costa de su hermana, que invierte la mitad de su tiempo de ocio en colaborar con la limpieza de la casa, es un escenario que como padres debemos, y aún estamos a tiempo, de cambiar.
Lo realmente difícil viene más adelante, cuando de adultos los hombres hemos terminado por asumir y normalizar que dentro de la naturaleza de cada hogar a las mujeres les corresponde una mayor lista de quehaceres. Esta idea, alimentada por años por la construcción social que ubicaba al hombre como el único proveedor del hogar, se refleja, por ejemplo, en que 20% de CEOs encuestados en el Primer Estudio de Equidad de Género en las Empresas (realizado por Ipsos Perú, Semana Económica y la Cámara Española) considere que la licencia de paternidad es innecesaria.
De acuerdo con cifras del Ranking PAR 2018 de Aequales, actualmente un 44% de 137 empresas privadas brindan días adicionales a los otorgados por la ley para la licencia de paternidad, una medida que busca fomentar que los padres se comprometan genuinamente con sus nuevas responsabilidades y puedan distribuir equitativamente con sus parejas el tiempo invertido en el/la recién nacido/a.
No se trata únicamente de estrechar los lazos entre padres y bebés (recomendamos este magnífico artículo en Verne que habla precisamente sobre este punto: https://verne.elpais.com/verne/2018/07/06/articulo/1530871247_550923.html), sino también de propiciar que las madres pueden disfrutar de un retorno exitoso a su vida laboral y se sepan capaces de seguir creciendo profesionalmente.
Del otro lado, las empresas pueden contribuir a fomentar el equilibrio entre la vida laboral y privada de sus colaboradores/as con medidas tales como brindar horarios flexibles de trabajo (72% de empresas lo ofrecen, según el Ranking PAR), posibilidad de home office (59% de empresas cuenta con esta opción), entre otras buenas prácticas laborales que podrían aumentar la sensación de bienestar y productividad del personal.
“Quiero normalizar esto”, declaró Jacinda Arden a la CNN cuando fue consultada sobre la presencia de Neve en la Asamblea General de la ONU. “Si queremos que los lugares de trabajo sean espacios más abiertos, hay que reconocer que hay desafíos logísticos”, agregó, no sin antes precisar que ese día no había encontrado ningún lugar especialmente acondicionado para cambiar a su bebé.
Este detalle, que no debe pasar inadvertido, cobra mayor sentido con las palabras de Stephane Dujarric, portavoz oficial de la ONU: actualmente, del grueso total de mandatarios en el mundo, solo 5% son mujeres. No resulta extraño entonces que incluso los espacios y áreas comunes que frecuentan las personas más poderosas del mundo hayan sido aparentemente configurados asumiendo una escasa presencia femenina en estos. Lo de Arden, Gayford y Neve finalmente ha sido, más que una serie de fotos para el recuerdo, una muestra exacta del cambio que como sociedad debemos empezar a transitar, donde la equidad prime también en las responsabilidades y tareas que asumimos, sin etiquetas de género de por medio.
Escribe: Rodrigo Alomía, periodista. Coordinador del Ranking Par de Aequales.