Elsa Peso Díaz es dueña de la bodega La señora Chula, en Pucusana, balneario a 60 kilómetros al sur de Lima. Durante veinte años trabajó junto a su esposo y cuando se separaron –hace una década- tuvo dudas sobre su futuro. “¿Podría seguir adelante sola?”, se preguntaba y dudaba de ella misma. Pero supo darle vuelta a la situación. Su esposo se había quedado con el negocio y Elsa debía empezar desde cero. Aunque al inicio la tarea fue titánica, su esfuerzo y determinación le sirvieron para salir adelante. Tenía que demostrarles a sus cuatro hijas que todo era posible. Y lo logró. Hoy su negocio es una avícola que amplió sus servicios a la venta de abarrotes. Su minimarket es uno de los referentes en el distrito costero, allí donde llegó para crecer.
Su historia fue recogida en el libro “Destapando mi Emprendimiento, 10 historias de mujeres emprendedoras”, publicado por Arca Continental Lindley, donde se cuenta cómo mujeres de Puscusana -entre cocineras, bodegueras, reposteras y peluqueras- han logrado superar y romper barreras: ya no solo son mujeres destinadas a las tareas del hogar, sino son emprendedoras y líderes de sus comunidades. Sin embargo, y pese a los avances del rol de la mujer en el mundo laboral, todavía queda mucho por hacer: como combatir la informalidad, la inequidad salarial o que las mujeres encuentren en el emprendimiento una forma de desarrollo por la flexibilidad de los horarios que les permite atender su trabajo y el hogar, pero renunciando a sus beneficios laborales. A ello se suma su poco protagonismo en puestos claves en importantes organizaciones públicas o privadas.
“Las mujeres peruanas hoy son sustantivamente distintas a sus madres y a sus abuelas en términos del capital humano que tienen: casi todas han pasado por la escuela, muchas de ellas han terminado la secundaria, están muy comunicadas, la tecnología las ayuda. Sin embargo, a pesar de que están mejor equipadas y que buena parte puede postergar sus relaciones de pareja y el nacimiento de su primer hijo para desarrollarse en algún ámbito de su interés, todo este mayor “capital humano” no se traduce en un cambio en el entorno en el que estas mujeres se desenvuelven. Esto lo que genera es que sus oportunidades siguen siendo básicamente las mismas que tuvieron sus madres y sus abuelas”, explica Carolina Trivelli, economista e investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP).
Y no le falta razón. Según Transparencia Internacional, en el Perú solo el 5% de 195 municipios provinciales está dirigido por una mujer (alcaldesa). La consultora Deloitte señala que solo el 3% de las mujeres tienen participación en directorios, una de las más bajas del mundo. En las Ciencias Sociales, según Trivelli, las mujeres tienen una participación mínima. Una de cada dos estudiantes es mujer. Una de cada tres investigadores es mujer. Una de cada cuatro investigadores publicados es mujer. Y una de cada cinco expertos consultados por medios es mujer. ¿Qué hacer para cambiar ese panorama?
Según Trivelli – durante la presentación del libro “Destapando mi Emprendimiento, 10 historias de mujeres emprendedoras”, realizado el pasado 4 de setiembre- las mujeres están entrando a los mercados laborales y al desarrollo de emprendimientos rápidamente. “Para mantener esta tendencia se tienen que dar cambios en las tareas de cuidado y vida doméstica, donde si bien se está experimentando una creciente inclusión de varones en tareas de cuidado de los hijos y las tareas familiares no remuneradas, esto se da aun a una velocidad baja”. La experta consideró que se necesita extender estas prácticas a todas las sociedades e interiorizarlas en las organizaciones, logrando que el cambio promueva un equilibrio a largo plazo.
Además, señaló, que se necesita promover la inclusión de la mujer en los negocios y puestos de gerencia y liderazgo, pues persisten injustificables brechas. “No solo para generar más oportunidades para las mujeres, sino para lograr mayor crecimiento, equidad y competitividad”, dijo. A ello habría que sumarle el rol de la empresa privada, que debería impulsar el rol de la mujer emprendedora a través de capacitaciones que sirvan para empoderarlas económica y socialmente; además de que se conviertan en agentes de cambio en sus localidades y que dominen la gestión de sus empresas, tal como sucedió con Elsa Peso y su minimarket en Pucusana.
“Vemos muchos ejemplos de mujeres como las que están en el libro que logran hacerlo, que logran salir adelante, logran vencer las dificultados y está muy bien que las celebremos, las felicitemos y las usemos de ejemplo, pero tenemos que tener mucho cuidado con no forzar la imagen de que aquella mujer que logra hacer lo que quiere hacer, que logra sacar adelante su emprendimiento es especial. Lo que tenemos que hacer es normalizar el hecho de que las mujeres sean exitosas, sentenció Trivelli.