Realizar el potencial de la mitad de la población peruana compuesta por mujeres de todas las edades es posible, previniendo y eliminando la violencia de género de cada hogar y comunidad.
En el discurso de los gobiernos, la sociedad civil y la cooperación internacional, el empoderamiento de la mujer resalta como un objetivo estratégico para resolver desigualdades y asegurar derechos humanos. Existe un gran consenso sobre su valor intrínseco e instrumental para avanzar hacia el desarrollo sostenible y lograr los ODS. No obstante, aún muchas personas se preguntan: ¿De qué hablamos cuando decimos empoderamiento de la mujer?, ¿por qué es importante? y ¿cómo me involucra?
Empoderar a la mujer es mejorar sus condiciones y capacidades para ejercer sus derechos, así como asegurar mejores oportunidades de desarrollo. Implica, por lo tanto, eliminar la discriminación y la violencia que hoy afecta a cerca de 7 de cada 10 adolescentes y mujeres peruanas según la ENDES 2017.
La violencia tiene múltiples efectos nocivos en la salud y la vida de las mujeres, incluyendo discapacidades, traumas psicológicos, embarazos no deseados y complicaciones asociadas con abortos inseguros. Afecta múltiples derechos y oportunidades en áreas como la salud, la educación y medios de vida decentes. Acarrea además grandes pérdidas en la vida social de las personas y en la acumulación de capital humano y la productividad del país.
Es claro que todos y todas perdemos con la violencia. Por otro lado, cuando las mujeres pueden ejercer sus derechos a plenitud, sin discriminación ni violencia, la sociedad se ve beneficiada. Empoderar a la mujer va de la mano con asegurar entornos libres de violencia. Estimula su mayor participación en la vida productiva, en actividades que generan valor y posibilita tomar decisiones autónomas e informadas sobre sus vidas, incluyendo su vida reproductiva. Ello tiene un impacto extendido en sus familias y comunidades.
Para lograr dicho objetivo, es necesario garantizar que cada mujer conozca sus derechos y pueda exigirlos, y que disponga de una oferta integral de servicios en caso sufra violencia. Desde el Estado, continuar y reforzar la inclusión del enfoque de género en las políticas públicas es una medida trascendental para progresar. Desde la sociedad, la escuela y los hogares, es necesario estimular el diálogo y la reflexión para entablar relaciones pacíficas, igualitarias y respetuosas entre hombres y mujeres, y combatir la cultura machista sobre la cual se asientan las prácticas de violencia y discriminación.
La Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y El Caribe inicia en menos de dos semanas. Es el escenario propicio y una oportunidad para que los países de la región discutan los avances y desafíos para el empoderamiento de la mujer y la igualdad de género, una de las áreas prioritarias acordadas por los Estados de la región en el Consenso de Montevideo. Asegurar las medidas definidas en dicho acuerdo es fundamental para lograr los ODS y capitalizar el potencial del 50% de la población del país, compuesto por mujeres de todas las edades.
Artículo publicado por UNFPA. Síguelos en Facebook y Twitter.