Me enamoré de la misión de aportar a la sociedad a través de la educación financiera
El día que Sara Wong empezó como voluntaria en LMI Perú, no imaginó que cuatro años después sería la directora del proyecto. A punto de cumplir 26 años, la joven economista ha encontrado en este espacio la manera de combinar sus conocimientos en finanzas con su vocación por lo social. Dotar a las personas de habilidades y herramientas para mantener una buena salud financiera es el objetivo principal del equipo que lidera.
Estaba todavía en las aulas de la universidad del Pacífico cuando esta iniciativa surgida en el 2012, a partir de las discusiones durante un CADE universitario, se convirtió en una buena opción extracurricular y luego en una misión personal. Sara empezó en el 2014 como voluntaria en el área de proyectos y al terminar ese ciclo quiso quedarse. “Tenía muchas ideas que quería compartir y muchas ganas de aportar. Además aprendí bastante y por eso estoy convencida de que esto no solo genera impacto en las personas que capacitamos sino en los estudiantes universitarios que asumen el reto de inscribirse para el voluntariado”, comenta.
Ahora que es, además de directora de LMI, analista de microfinanzas en la Superintendencia de Banca y Seguros, comparte su tiempo entre estas dos facetas y aprovecha la experiencia que le ofrece el espacio institucional para volcarla en su organización. “Cuando ingresé a la SBS en el 2015, sentí que todo se estaba alineando para que me enfocara en los temas de inclusión y educación financiera”, comenta. El hecho de poder trabajar en la Superintendencia le permite conocer cuál es la realidad desde la oferta y por el otro en el LMI ver el componente de la demanda: qué percepciones tienen las personas sobre los productos y servicios que se ofrecen en el mercado.
A través de programas dirigidos tanto a personas naturales, colectivos asociados o a empresas, la labor del LMI se enfoca en diseñar, vender e impartir cursos sobre finanzas y con lo recaudado realiza proyectos sociales: implementa talleres o cursos para las poblaciones más vulnerables en el manejo de la oferta financiera. En los últimos dos años ha desarrollado cuatro proyectos dirigidos solo a mujeres con con el objetivo de mejorar sus finanzas personales.
Este fue precisamente el primer reto grande que asumió Sara en LMI, dirigir el equipo de analistas que preparaban los cursos. Tras eso, su desempeño y su constante curiosidad por saber más e involucrarse en todos los aspectos de la organización supusieron un rápido ascenso en el camino al liderazgo y así, animada por sus compañeros, se decidió a postular al cargo de directora que hoy ocupa. “Al inicio tuve miedo porque era la primera vez que me enfrentaba a un reto así. Los anteriores tres directores habían sido hombres. Yo iba a ser la primera mujer en dirigir la organización”, recuerda. Eso sucedió en el 2017. Sara tenía 24 años.
Aunque desde el inicio recibió la confianza del equipo, no ha sido sencillo lidiar con todo lo que la dirección implica. Pero ella ha elegido asumir el reto con las herramientas que más caracterizan a las mujeres que transforman: el trabajo colectivo y el compromiso con un proyecto . “Parte de mi responsabilidad al asumir el cargo era reintegrar a la organización y volver a alinearla con los objetivos que nos motivan. Y creo que lo hemos logrado. Ahora mi objetivo es lograr que sea 100% sostenible”.
Con una larga carrera por delante, Sara se prepara para el siguiente paso con LMI. Y también para su crecimiento personal y profesional. “Estoy rodeada de mujeres que están continuamente asumiendo retos y con las que comparto los mismos intereses por lo social. Y eso es sumamente inspirador. Creo que es el momento en el que las mujeres tenemos que salir a demostrar de lo que estamos hechas y lo mucho que podemos aportar a la sociedad”.