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Mujeres Que Transforman es una plataforma que busca visibilizar los emprendimientos que realizan las mujeres en el Perú, así como las problemáticas y desafíos al que se enfrentan día tras día.

Queremos mostrar ese Perú que existe pero no hemos mirado lo suficiente

Dos miradas distintas con un mismo objetivo han hecho realidad La Otra Ruta. Morgana y Micaela han unido su vocación por contar historias con el objetivo de inspirar a muchos. Así nació el proyecto audiovisual que hasta ahora ha recogido ya 20 historias y se prepara para su tercera temporada de rodajes.

Los caminos de estas mujeres han confluido después de mucho tiempo de recorridos y experiencias personales vinculadas a la comunicación con impacto social. Morgana Vargas Llosa encontró muy joven en la fotografía periodística la voz que tanto buscó para poder transmitir mensajes de valor.  Fue reportera en zonas de conflicto por varios años y solo la maternidad la hizo virar el rumbo.

“Me di cuenta muy pronto que mi trabajo no era compatible con el tipo de mamá que yo quería ser, con el tipo de familia que yo quería tener. Fue un momento durísimo para mí darme cuenta de que tenía que dejar eso que quería tanto y que me hacía inmensamente feliz, que me llenaba. Fue una elección muy personal, pero muy difícil”.

El tiempo y las nuevas propuestas le han permitido  reinventar su trabajo y su manera de contar las historias, aunque siempre manteniendo eso esencial que la motiva.

“ Una tiene que saber lo que está pasando en el mundo, tiene que involucrarse porque es la única manera de aspirar a un cambio.  Pero si solo te quedas en mostrar una problemática es entendible que se genere rechazo. Yo siempre intento ver la luz al final del túnel, sino te hundes en la desesperanza. Por eso hay que aportar también algún tipo de propuesta”, dice Morgana.

Y ese es el esfuerzo ilusionado que comparte con su prima Micaela Llosa (36), comunicadora social y gestora inicial en esta apuesta que parece tener a lo social y al amor por el Perú como una marca de familia.

“Este proyecto es la síntesis de un gran deseo de mostrar un aspecto mas humano del que estamos acostumbrados. En mi experiencia de vida me he cruzado con gente que me ha inspirado, que estaba haciendo cosas, y eso siempre contagia. La idea era darle un espacio a estas personas y sus historias para que inspiraran a otros como me inspiraron a mi. Queremos mostrar ese Perú que existe pero no hemos mirado lo suficiente”.

El proceso de creación  las ha llevado por diferentes zonas del Perú y les ha permitido conocer a  decenas de mujeres con grandes historias para compartir. Aunque no es algo que se impusieran como premisa de trabajo, en el camino se encontraron con que muchas de las historias las tienen como protagonistas.

La repartición de tareas en la zona rural y la pobreza hace que ellas terminen asumiendo varias y grandes cargas sobre sí. La situación que afrontan es durísima. La mujer peruana es admirable. Cargan con todo: con la economía familiar, con la crianza de los niños, con el bienestar de la comunidad. Trabajan en conjunto. Es realmente conmovedor. Nos hemos encontrado con mujeres valientes, luchadoras, con un orgullo y fuerza interior que transmite mucho. En costa, sierra, selva, son mujeres las que están llevando el gran peso de la vida y luchando a pesar de sus circunstancias, intentando salir adelante”.

 

Mientras las mujeres que protagonizan las historias de La Otra Ruta enfrentan esas grandes dificultades, Morgana y Micaela reconocen que si bien su situación no es remotamente comparable, como mujeres de ciudad y amplias trayectorias, hay algunos prejuicios con los que deben lidiar.  “Cuando no encajas en los moldes y roles que te adjudica la sociedad,  te cuestionan un poco. Es una incomodidad sutil pero está. A mi me pasaba, por ejemplo,  que por mi estilo de vida o  por el tipo de trabajo que tenía, se sorprendían un poco cuando les decía que quería una familia y quería quedarme con mis hijas. Es decir, asumían directamente  que no quería hijos ni vida familiar”, dice Morgana.  Hay una mirada, casi un escrutinio a las elecciones de vida, sobre todo en el espacio personal. “Tengo 36, estoy casada hace 15 y no tengo hijos. Y me planteo la posibilidad de no tenerlos. Eso sí puedo percibir que se toma a veces con incomodidad, con sorpresa. Otros, en cambio como que apoyan esa posición, esa valentía de pensártelo por lo menos sin asumirlo como un destino inevitable”, cuenta Micaela.

Con el horizonte abierto y lleno de posibilidades estas mujeres han asumido la misión de contar lo positivo que hay en el mundo, en el Perú y que espera ser visto. Para Micaela es la realización de un viejo sueño.

“Para mí la plenitud esta en poder dejar esa huella positiva, saber que estoy haciendo algo en beneficio de la comunidad. Eso no se compara con nada. Yo recuerdo haber tenido este sueño grande de poder mostrar historias inspiradoras que generen reflexión. Y me parece lindo que esto haya sido posible”.

Morgana, más pragmática pero no por eso menos ilusionada, resume su aporte como parte de una necesidad vital que la ha acompañado desde siempre.

“Me da mucha satisfacción saber que puedo contribuir con mi granito de arena. No siento que soy fundamental ni la única pero es importante para mí que mi trabajo tenga un impacto social. Esa es mi verdadera pasión: poder contar, mostrar el mundo como yo lo veo. Ojalá podamos seguir por mucho tiempo.  Es un esfuerzo enorme, monumental, requiere que muchas cosas confluyan para que ocurra. Detrás de esto hay decisión, trabajo pero ahí vamos. Ya iremos viendo a donde nos lleva el camino”.


Claudia Blanco
Editora de MQT.