“Es importante pasar del laboratorio a la realidad, a la vida”, dice María Esther Quintana, la ingeniera química que sueña con descontaminar los ríos y las lagunas del Perú. Los quiere librar de metales pesados y tóxicos. Con maestría, doctorado y postdoctorado en química, es además una de las pocas mujeres sudamericanas que trabaja con nanomateriales y grafeno (una lámina extremadamente delgada compuesta de carbono que tiene múltiples propiedades y aplicaciones útiles).
Desde pequeña le gustaron los números. Desarmaba sus juguetes, también los de su hermano y curioseaba las muestras médicas que su padre llevaba a casa. Quería investigar, saber qué ocurría con los objetos que la rodeaban. La inclinación hacia la ciencia se hizo aún más evidente durante la época de colegio, y en quinto de secundaria tuvo una profesora de la UNI que terminó por definir su vocación: la animó a postular a esa universidad. Y lo hizo, a pesar de que su padre quería que estudiara medicina.
Aunque durante el pregrado sus compañeros de estudios le hacían bromas machistas diciéndole que mejor se dedicara a otras cosas en lugar de seguir con la química, ella eligió seguir adelante. Terminó la carrera con éxito. Cuando trabajó en la fundición de cobre de La Oroya conoció a quien se convirtió en su esposo. Luego de un tiempo de laborar en esa región decidieron trasladarse a Lima, no soportaban el aire contaminado.
En la capital le iba muy bien profesionalmente pero hizo un alto para dedicarse a sus dos pequeñas hijas. Esa temporada lejos de su carrera la hizo más consciente de la necesidad de actualizarse si quería volver. Y eso hizo: decidió retomar su profesión con nuevos bríos y no desaprovechó la oportunidad de especializarse.
Se animó a dar el gran salto hasta la lejana Suecia.
“Al principio dudé dejar a mis hijas, tenían 7 y 8 años. Pero mi esposo me apoyó. Igual mi suegro. Más bien, mi familia estaba preocupada, me decían que cómo iba a dejar a mis hijas. Ya en Europa la tecnología me ayudó a comunicarme constantemente con ellas. Las extrañaba mucho pues yo había sido ‘mamá full time’, pero por lo menos podía hablarles, escucharlas”, cuenta.
Allá, en las universidades suecas de Upsala y Estocolmo se relacionó con colegas de distintas latitudes y aprendió mucho de celdas solares usando los nanomateriales. Fue una experiencia enriquecedora de muchas maneras.
Cuando acabó todos sus estudios no sabía si llevar a toda su familia o regresar al Perú. Más pudieron sus orígenes y aprovechó una beca de reinserción y estuvo de vuelta con los suyos. Ya en Lima pasó por la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC) donde hizo un novedoso estudio sobre la descontaminación de efluentes, mediante el uso de nanocompuestos de carbono, diatomita y grafito. El objetivo: la eliminación de plomo y cobre en aguas residuales. “Actualmente estoy probando con otros materiales que hacen prácticamente lo mismo”, dice.
En paralelo, María ingresó como docente en la Universidad Nacional de Ingeniería y escribe periódicamente para revistas científicas internacionales. A pesar de que en Perú la investigación y desarrollo de los nanomateriales aún es incipiente, su pasión por estos continúa: diseñar y producir objetos muy pequeños, inferiores a 100 nanómetros (100 millonésimas de milímetro). ¿Aplicarlos en qué? Cuidado de salud, electrónica, cosméticos, textiles, informática, protección medioambiental, entre otros.
A esta apasionada por la química le gustaría que más empresas privadas se dediquen a producir nanomateriales a escalas altas. Igual con el grafeno.
“Nosotros ya hemos obtenido nanomateriales y grafeno, de manera química, pero falta hacerlo en escala. España tiene las cuatro empresas más grandes que producen grafeno. China, ni qué decir, entonces eso nos falta, dar el empujón para escalar”, explica.
María investiga, educa y apoya a sus estudiantes para que puedan salir del país, ya sea para estudiar o hacer una pasantía. Quiere que abran los ojos, aprendan y puedan regresar a trabajar aquí. Mientras tanto, quiere poner en práctica en ríos y lagos lo que ya ha hecho en el laboratorio: filtros para descontaminarlos. Poner la ciencia al servicio del medio ambiente.
Alberto Ñiquen
Editor en Lamula.pe