Ruth Buendía Mestioquari es una lideresa ashaninka que ha sido reconocida a nivel mundial por su defensa del medio ambiente y de su cultura. Como dirigenta de la Central Ashaninka del Rio Ene (CARE) lideró con éxito, hace ya una década, la resistencia pacífica al proyecto de la Hidroeléctrica de Pakitzapango. Hoy ella continua en la defensa de los pueblos indígenas como miembro de la directiva de la Asociación Interétnica para el Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP).
La infancia de Ruth estuvo marcada por la violencia y la destrucción causada por Sendero Luminoso en su comunidad. Aquellas experiencias, en las que se incluye la muerte de su padre, forjaron su carácter. “Esa experiencia me ha dado más fortaleza, y también me enseñó a valorar el bosque. El bosque te defiende pero también es traicionero. Hay que tener cuidado. Si lo conoces (el bosque), puedes sobrevivir. Y lo mismo pasa ahora en el mundo aquí, es sobrevivir en esta ola de desarrollo que baja y sube”.
Ella recuerda como un momento clave de su vida la época como dirigente de los talleres de formación que organizaba la Comisión de Emergencia Ashaninka. Ahí descubrió, a sus 24 años, como se “estaban vulnerando los derechos de todos”. Cuando la oportunidad apareció Ruth no la perdió: “me llegó la invitación y quise participar, quise saber”. Fue ahí que descubrió su identidad indígena que hasta ese momento no era más que un tópico oído a lo lejos.
La experiencia en los talleres la llevaron a decidir volver a la escuela que a años atrás había tenido que abandonar por culpa de la violencia. “Recuerdo que leía Coquito, y así fui perfeccionado mi castellano”, dice Ruth. Ese era solo el primer paso. Ella quería más y así a los 29 años postuló a la Universidad Peruana de los Andes a estudiar derecho. “Me fue bien pero fue complicado por el trabajo y no lo terminé”, nos comenta cómo señalando una cuenta pendiente con ella misma. Luego, casi de inmediato, cambia el gesto y con mucha seguridad, esa que le han dado tantos años como dirigenta, completa: “Aprendí de la realidad sobre Derecho y discriminación”.
Las batallas que Ruth ha librado la han llevado a recorrer oficinas y dependencias públicas más veces de las que hubiera querido. Por eso, no duda en afirmar con dureza que el sistema del gobierno peruano es muchas veces excluyente y racista. “Nosotros reclamamos durante diez, veinte, treinta años la titulación de nuestro territorio que es la vida de mi pueblo. Veinte o treinta años para poder sobrevivir y no nos ven y no nos quieren atender”, reclama. Por eso ella ya no le cree a los funcionarios “Yo siento mucho que como mujer queremos tocarle su corazoncito duro de los funcionarios que no son personas, son robots” Y agrega con molestia “Y muchas veces, las funcionarias mujeres son peores, más duras”.
Las luchas de Ruth no son solo externas. También se dan al interior de su propia organización, donde también tiene que soportar críticas y acusaciones “Hay muchos celos, tanto varones tanto mujeres. Porque la señora Ruth sobresale porque yo no. Muchos dicen de repente se ha acostado con un dirigente para llegar donde está” nos dice con cierta amargura, pero luego de un silencio afirma con contundencia “Yo sé cuáles son mis méritos., Yo conozco mi realidad y conozco mi cultura. Yo sé dónde vengo y de donde he empezado, además yo tengo una visión de mediano y largo plazo”.
La mujer, la líderesa, la peruana tiene una gran fuente de apoyo a su familia. Tiene seis hijos: una hija de 21 años y 5 hijos menores de 12 años. Cuando Ruth viaja comparte el cuidado de los niños. “Su papá los cuida, pero ellos siempre me reclaman: ¿cuándo vas a venir mamá?, me dicen”. Y ella, no puede evitar tenerlos siempre presentes, como cuando la llamaron para avisarle que había ganado el premio Goldmann. “Yo estaba en España en un curso y era medianoche y le dije al señor que me llamó “¡yo ando lejos de mis bebes y usted me está bromeando!” y se ríe recordando lo sorprendida y asustada que estaba con la noticia.
Ruth convencida de los pasos que la han llevado hasta donde está, tiene claro el mensaje que quiere dejar para sus hijas y para todas las mujeres: “No estudies solo para trabajar y ganar plata. Estudia lo que tú quieres, estudia para tu conocimiento, para que puedas compartir, ayudar, tomar decisiones, orientar a los demás. Mejorar la capacidad de tu persona y mejorar sus capacidades”. Y para todos los hombres: “No nos vean como una competencia, sino como un complemento para articular y mejorar. Y entiendan que muchas mujeres podemos tener mucha más capacidad”.
Escribe: Javier Torres Seoane